En Nacional le deben una estatua, el hombre que hizo posible la llegada de un histórico al club

La memoria futbolística colombiana неизбежно evoca aquel canje de 2010 entre Atlético Nacional y Deportivo Merlo. La partida del delantero cartagenero Oswaldo Blanco allanó el camino para la llegada de un desconocido arquero argentino llamado Franco Armani. Quince años después, el destino y la Copa Libertadores 2025 los sitúan, de manera indirecta, en orillas opuestas de una misma pasión.

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Mientras Franco Armani, convertido en leyenda bajo los tres palos de Atlético Nacional y River Plate, además de campeón del mundo con Argentina, sigue siendo un referente indiscutible en la portería del conjunto millonario en su búsqueda de la gloria continental, Oswaldo Blanco ha labrado una trayectoria particular en el fútbol sudamericano. Tras su paso por Argentina y un breve regreso a Colombia, Blanco encontró un nuevo hogar en Bolivia, donde su olfato goleador y experiencia lo llevaron a las filas del San Antonio Bulo Bulo.

Y es precisamente con el modesto pero aguerrido San Antonio Bulo Bulo que Oswaldo Blanco está viviendo la histórica gesta de disputar la fase de grupos de la CONMEBOL Libertadores 2025. Este hecho subraya la trascendencia de aquel intercambio de jugadores. Un movimiento que, aunque separó geográficamente sus caminos, los conecta hoy en el máximo escenario del fútbol de clubes sudamericano.

La paradoja reside en que aquel canje, concebido como una necesidad puntual de Atlético Nacional, terminó catapultando a Armani a la cima del fútbol mundial, mientras que Blanco, tras un recorrido por diversas ligas, hoy se enfrenta al desafío de la Libertadores con un equipo que busca escribir su propia historia.

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La presencia de Oswaldo Blanco en la Copa Libertadores con San Antonio Bulo Bulo, mientras Armani defiende el arco de un gigante como River Plate, no es solo una curiosidad del destino. Es un recordatorio de cómo las decisiones en el fútbol, a veces aparentemente menores, pueden desencadenar trayectorias impensadas y conectar a jugadores de maneras inesperadas a lo largo del tiempo. Quince años después, el eco de aquel canje resuena en los estadios de Sudamérica, con Blanco buscando su propia gesta en la Libertadores, torneo que consagró a Armani como uno de los grandes.