Por Marco Gómez
El 15 de noviembre de 1989, el árbitro Álvaro Ortega fue brutalmente asesinado, un trágico suceso que estremeció al mundo del fútbol colombiano. Ortega había sido juez de línea en un partido entre el Medellín y el América de Cali. Sin embargo, desde la tarde previa al trágico suceso, había recibido amenazas de muerte a través de una llamada telefónica que recibió mientras se encontraba en el Hotel Nutibara en Medellín.
La razón detrás de este atentado estaba vinculada a una polémica decisión arbitral en un partido previo entre el América y el Medellín, en el estadio Pascual Guerrero. Se decía que un gol anulado a Carlos Castro en ese partido fue el desencadenante de las amenazas y, en última instancia, del asesinato de Álvaro Ortega.
Existe la creencia de que Pablo Escobar, conocido fanático de los equipos de Medellín, estuvo involucrado en la orden de asesinato de Ortega. Esta sospecha se basa en una declaración de John Jairo Velázquez Vásquez, alias ‘Popeye’, un exsicario de Pablo Escobar. El 16 de noviembre, la noticia del asesinato de Álvaro Ortega conmocionó a la nación, y los programas de radio matutinos abrieron con esta trágica historia.
Los detalles eran escasos en ese momento, ya que el crimen había ocurrido alrededor de las 11:00 p. m. del día anterior. Hernán Peláez, un respetado periodista deportivo, llegó temprano a las oficinas de Caracol Radio, como de costumbre. Allí, recibió una llamada que cambiaría su perspectiva de manera impactante. El interlocutor le informó que había participado en el asesinato de Álvaro Ortega.
Peláez cuestionó al hombre sobre su horrendo acto, y el supuesto sicario respondió que habían perdido una gran cantidad de dinero debido a la decisión del árbitro en el partido entre el América y el Medellín. Además, le advirtió a Peláez que le estaban enviando la ropa de otro árbitro. En ese momento, Alex Gorayeb era el presidente de la Dimayor, la entidad que supervisa el fútbol profesional en Colombia.
El periodista intentó poner a prueba la veracidad de la llamada solicitando un número de contacto en Medellín. El supuesto sicario proporcionó el número, y cuando Peláez llamó a esa línea minutos después, alguien respondió al otro lado. Peláez, en su reacción ante estos eventos, planteó la suspensión del campeonato, ya que no solo se trataba de la trágica muerte de Álvaro Ortega, sino que cualquiera que atentara contra los intereses de las apuestas deportivas estaba en riesgo. Por tal motivo el campeonato se suspendió y ese año no hubo ningún campeón.
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